La espiritualidad en Japón durante la Era Meiji
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El sintoísmo, la antigua religión autóctona de Japón, se erige como una fuerza poderosa que ha moldeado la cosmovisión y la cultura japonesa a lo largo de los siglos. Su nombre, derivado de la palabra japonesa «shinto», que significa «el camino de los dioses», refleja su naturaleza centrada en el culto a los kami, deidades que personifican los fenómenos naturales y los elementos del mundo que nos rodea.
En sus inicios, el sintoísmo era un culto a la naturaleza, donde las montañas, los ríos, el sol y la luna eran reverenciados como manifestaciones divinas. A lo largo del tiempo, esta religión ha absorbido influencias del budismo, el taoísmo y el confucionismo, fusionando aspectos de estas tradiciones en su práctica y creencias. Sin embargo, a diferencia de muchas otras religiones, el sintoísmo carece de un fundador, textos sagrados establecidos o una doctrina dogmática, y en su lugar se ha mantenido arraigado en la devoción popular y las tradiciones locales.
El sintoísmo impregna casi todos los aspectos de la vida japonesa, desde las festividades tradicionales hasta las prácticas espirituales. Sus ceremonias y rituales están diseñados para honrar a los kami y buscar su favor y protección, creando un vínculo íntimo entre la humanidad y la naturaleza divina.
La influencia del sintoísmo se extiende incluso al Reiki, una práctica espiritual japonesa que busca la armonía y el equilibrio a través de la energía universal, conocida como «ki». Según la cosmología sintoísta, la vida humana está intrínsecamente vinculada a los kami y su energía, lo que encuentra eco en los principios del Reiki de conexión con la naturaleza y el universo.
Los santuarios sintoístas, caracterizados por sus torii (puertas sagradas) y la presencia de la naturaleza circundante, son lugares sagrados donde los fieles acuden a rendir homenaje a los kami y buscar su guía y protección. Estos espacios, como el santuario de Kurama, cuna del Usui Reiki Ryoho, emanan una espiritualidad palpable que se entrelaza con la historia y la tradición japonesas.
El sintoísmo se revela como una fuerza espiritual arraigada en la tierra misma de Japón, permeando su cultura, tradiciones y prácticas espirituales. Su profunda conexión con la naturaleza y los kami continúa siendo una fuente de inspiración y reflexión en la búsqueda del equilibrio y la armonía en la vida cotidiana.
Jordi Ibern
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