El Reiki en el cuidado del cáncer: un nuevo estudio
Un estudio realizado en University Hospitals Connor Whole Health entre 2022 y 2024 arroja luz sobre el profundo impacto de la terapia de Reiki en el manejo del dolor, la…
Me llamo Jordi Ibern Novell y soy el fundador de Kisetsu, Reiki & meditation School. Nací en Granyena de les Garrigues, Lleida, y actualmente vivo en Barcelona. Estoy casado. Soy padre. Y estas son, realmente, las únicas certezas que tengo en la vida. ¿Lo demás? Lo demás es mucho más complejo y menos claro.
Tuve una infancia que recuerdo como preciosa y triste a la vez. La adolescencia y primera juventud fueron oscuras, difíciles. Como muchos otros antes que yo, me perdí en el camino de una vida que ni conocía ni comprendía. Me dediqué, con éxito, a sobrevivir. Sin más. No sabía que se podía aspirar a más. Nunca supe las reglas de la vida y esta, de manera un tanto agresiva, pero coqueta, me llevó a lugares lúgubres, tanto en mi interior como en el exterior. Conocí la oscuridad. Incluso me llegué a convencer de que me gustaba.
Fue cuando tenía poco más de 20 años que me di cuenta, por primera vez, de mi insatisfacción general, siendo benevolente en la apreciación. No es que no fuera feliz, es que era infeliz. También, como muchos antes que yo, no pretendo ser especial en estas cosas, una ruptura de corazón lo desencadenó todo. Una ruptura de corazón y un libro, Conversaciones con Dios. Un libro que, releído muchos años después, no recomendaría a nadie, pero que, sin embargo, despertó en mí una necesidad, motivación y anhelo que cambiarían el rumbo de mi vida.
En el año 2002, con 24 años, descubrí el Reiki, y no porque buscara soluciones a mi sufrimiento, sino porque la misma persona que, sin intención ni maldad, dañó mi corazón, me habló de él. Por aquel entonces, y en un intento fallido de ser feliz, devoraba libros de autoayuda y coqueteaba con prácticas que desconocía profundamente, como la meditación. Decidí escribir un libro, El despertar. Un libro mal escrito y arrogante, teniendo en cuenta que lo escribía un joven ignorante que ignoraba su ignorancia. No obstante, fue un libro honesto. Lo que hay escrito en esas poco más de 200 páginas representa fielmente al joven que lo escribió. El libro se publicó y se vendieron las 1000 unidades que se imprimieron en una primera edición. Uno de los lectores del libro, un conocido al que admiraba, se acercó un día y me dijo: «Jordi, deberías hacer Reiki, encaja contigo». De nuevo ese «Reiki» desconocido volvía a aparecer. Decidí hacer un curso. Cambió mi vida. Me sentí en casa.
Es justo decir que yo nunca encontré el Reiki, el Reiki me encontró a mí. Y tuvo que insistir un poco, pero me encontró. Y me salvó de mí mismo.
Mi primera profesora de Reiki, Júlia Costa, tuvo mucho que ver en que me enamorara del Reiki. Cercana, amable, profunda, me sentí siempre protegido junto a ella. En dos años completé la formación de Reiki Tradicional, convirtiéndome en profesor (mal denominado «maestro») y, sin querer, comencé a realizar sesiones de Reiki a amigos y conocidos. Por alguna razón que aún no he comprendido, y que tampoco pretendo ya comprender, las personas comenzaron a venir. Más y más. No cobraba por ello. Aprendía, practicaba, descubría. El primer curso de Reiki como profesor tampoco fue buscado. Era demasiado tímido como para tratar de satisfacer mis deseos ególatras. Al recomendar a mi profesora de Reiki para unos amigos que querían aprender Reiki, estos me rogaron, casi me obligaron, a que fuera yo quien les enseñara. Por aquel entonces tenía una vida más bonita, mucho más bonita, que la de mi adolescencia y primera juventud. Mejores hábitos, naturaleza, lecturas constantes. Belleza. Silencios. Ofrecí el curso. Descubrí el Reiki. Las palabras fluyeron, los silencios también. A partir de ese día, comencé a hacer cursos regularmente; primero cada dos o tres meses, después cada mes, después cada dos semanas. Me mudé a Barcelona. Lleida era un ciclo y este había llegado a su fin.
¿Por qué a Barcelona?
En Fira Natura, en Lleida, una feria similar a BioCultura, me encontraba haciendo sesiones de Reiki de 15 minutos gratis para unos amigos que tenían un centro de terapias naturales y quería promocionarse. Una asistente a la feria, Berta, después de una de las sesiones, me pidió el número de teléfono. Quería mi contacto para cuando decidiera aprender Reiki. Más de 20 años después, Berta es una de mis mejores amigas, pero aún no ha aprendido Reiki. Una semana después de la feria me llamó una desconocida para preguntarme si quería ir a vivir a Barcelona. «¿Quién eres?», pregunté avergonzado. Era amiga de Berta. Al parecer, Berta le pasó mi teléfono porque estaba buscando compañero o compañera de piso y «sintió» que yo sería el ideal. Estas cosas extrañas del New Age… ¡En Barcelona! Me quedé perplejo, pero accedí a visitar su casa en Sant Just Desvern una semana después. Estaba curioso.
La misma semana de la feria, un señor checo, Vladimir Durina, vino a Lleida a presentar unos productos naturales. La organizadora era una buena amiga, Bruni. Me invitó a mí y a «los del Reiki». Fuimos unos cuantos amigos. Vladimir acabó «midiendo» la energía de los asistentes con unas varillas. Yo resulté ser «un 9», pero desconocía la escala, así que me quedé más o menos igual. Dos días después, Bruni me escribió para preguntarme si quería ir a Praga a aprender una terapia energética. No es necesario explicar mi sorpresa. «Vladimir me ha preguntado por el del 9». Fue su única explicación. «Quiere que vayas a Praga».
Una semana después dejé mi trabajo, le dije a mi familia y amigos que me iba a Praga a aprender una terapia energética y que después me mudaba a Sant Just Desvern, en Barcelona. Iba a dedicarme al Reiki. Fue la decisión más insensata que he tomado en toda mi vida. La mejor. A veces echo de menos esa ingenuidad. Nadie comprendió mis razones. Yo no supe explicarlas.
Desde Sant Just Desvern, fui yendo y viniendo de la República Checa y Eslovaquia durante años. Realicé cientos de sesiones, cursos, retiros. Gané una experiencia que necesitaba mucho más de lo que pensaba y aprendí un inglés rudimentario, pero suficiente. Cada día practicaba Reiki, meditación, corría diez kilómetros y comía sano. Visité la India, ¿Cómo no? Me decepcionó sobremanera, pero su influencia en mí fue mayor de lo esperado. Seguía buscando, sigo buscando. No sabía qué buscaba, no sé qué busco. Pero busco.
En el año 2005 conocí a José de Groot. En principio alumna mía en un curso de Reiki, acabó convirtiéndose en un alma inseparable. Profesora de yoga especializada en anatomía para el yoga y yin yoga, juntos creamos la combinación de Yin Yoga & Reiki. Desde ese primer año hemos realizado cientos de talleres y retiros, en España, los Países Bajos y Finlandia. Mi colaboración con ella me abrió las puertas para ofrecer cursos de Reiki y meditación en otros países. Fueron años de apertura y viajes, tanto en España como en el resto de Europa. Ofrecía cursos de Reiki regularmente en bastantes ciudades. En esos años de expansión fundé una asociación sin ánimo de lucro para llevar Reiki a personas en riesgo de exclusión social, Voluntarios Reiki. Realizamos miles de terapias de Reiki a personas que realmente lo necesitaban. Tuvimos que cerrar después de la crisis económica que empezó en 2008.
En 2011, tuve la oportunidad de realizar un intensivo de mindfulness de quince días con el maestro zen Thich Nhat Hanh en Plum Village, Francia. Esa experiencia me mostró el poder transformador de la atención plena y la simplicidad en la vida cotidiana. Me enamoré de las enseñanzas de Thay, nombre cariñoso con el que se conoce a Thich Nhat Hanh y que significa «maestro» en vietnamita. Más tarde, me formé en la Universidad de La Salle y en la Universidad de Barcelona, completando mi conocimiento con un Título Superior de Mindfulness y Gestión Emocional y un Curso de Mindfulness Aplicado a la Educación, respectivamente. Los diplomas siempre ayudan, aunque mi meditación y mindfulness son de Thay. En 2015 también empecé a estudiar Psicología por la U.N.E.D. Por lo demás, seguía viajando, ofreciendo cursos, retiros y terapias de Reiki en diferentes países. En uno de esos cursos, en París, conocí a Taly, con quien me casaría años después. Juntos, vivimos en Barcelona y tenemos una hija preciosa, Laïa.
En mi búsqueda y amor por el Reiki, la meditación y el zen, viajé a Japón, donde me enamoré del enfoque japonés del Reiki. Después, realicé los cursos de Jikiden Reiki con Yamaguchi Sensei y de Gendai Reiki Ho con Rika Saruhashi, y profundicé en las técnicas japonesas del Reiki de la mano de Frank Arjava Petter. Desde 2015 voy todos los años a Japón. En la actualidad, además, ofrezco anualmente en Tôno, en la prefectura de Iwate, un curso de maestría de Reiki con una inmersión espiritual y cultural de doce días. Japón es donde me siento en casa.
En el mismo año que fui a Japón por primera vez, conocí a Yasmine Sinno, profesora de yoga afincada en Beirut. Conectamos rápidamente. Me invitó a ofrecer cursos de Reiki y meditación en el Líbano. Juntos realizamos cursos y retiros en el Líbano hasta que la ignorancia humana convertida en violencia, crueldad y dolor nos obligó a hacer una pausa que sigue pausada. Yasmine se mudó a Italia y abrió un centro de yoga, donde voy habitualmente a dar cursos de Reiki y meditación mientras ambos soñamos, en silencio, en el momento en el que podamos regresar a hablar de Reiki, yoga y meditación en el Líbano.
En 2019, viajé a Yangshuo, China, donde completé un intensivo de Qi Gong y Taichi en la Shan Tai Chi School. Esta experiencia me hizo comprender, aún más, el poder curativo de una vida sencilla y de una práctica regular, integrando la sabiduría de la Medicina Tradicional China en mi propio camino y enseñanzas.
Al regresar de China, una pandemia, una hija preciosa, la publicación de mi libro El camino espiritual del Reiki y un despertar del mundo online le dieron un vuelco a mi vida.
En 2023, junto a mi mujer y un amigo, consolidamos Kisetsu, Reiki & Meditation School, un proyecto gestado desde 2015 después de mi primer viaje a Japón. Kisetsu iba a ser una escuela de Reiki y meditación con una estética japonesa y unos principios que, aunque puedan parecer idealistas, son fundamentales para mí: enseñar con honestidad, buscar la simplicidad y promover la amabilidad. La pandemia lo cambió todo y el proyecto se pausó hasta que, después de muchas reuniones y muchos tés, decidimos modificar ligeramente la idea original y apostar por una destacada Academia Online, además de incluir todo lo que yo ya ofrecía. Kisetsu es la evolución de lo que yo había sido hasta entonces. En Kisetsu ofrecemos cursos y talleres de Reiki, meditación y mindfulness online y presenciales; y lo ofrecemos de manera sencilla y accesible y en los tres idiomas que siempre he enseñado: catalán, español e inglés.
Kisetsu significa «estaciones» en japonés. El nombre hace referencia a lo que considero el corazón de mis enseñanzas, ya sea en el Reiki, el mindfulness, la meditación o el Qi gong: la vida es primavera, verano, otoño, invierno, primavera, verano, otoño… hasta que un día se acaba. Y vivir es aprender a navegar con destreza estos ciclos que siempre regresan. ¿El secreto? La disciplina acompañada de amabilidad y humildad.
Hoy, después de más de veinte años desde que empecé este viaje sin vuelta atrás, sigo explorando con curiosidad cada estación, cada cambio, cada momento. Por fin soy consciente de que ignoro profundamente las cuestiones más importantes de la vida, como «¿Quién soy?» o «¿Cuál es el significado de la vida?» pero me siento cómodo con ello. Y me siento profundamente agradecido. La vida ha sido y es generosa conmigo en experiencias y en personas. Y mi objetivo es ahora mucho más claro: Quiero llegar a la muerte siendo una persona presente, amable y disponible.
Gracias,
Jordi Ibern Novell (octubre de 2024)
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